El inicio

Todo comenzó a inicios de la década del 80, cuando Gerardo Bartolomé, junto a su hermano Alejandro y cuatro amigos, decidieron viajar desde San Isidro a Chacabuco con el sueño de crecer. Se trataba de dos Ingenieros Agrónomos y sus amigos que, recién egresados de la Universidad de Buenos Aires y casi a modo de bautismo de sus carreras profesionales, decidieron cultivar un campo de la zona.

El proyecto que cranearon durante toda la adolescencia, entre partidos de fútbol y rugby, iba más allá: crear una empresa propia. Así fue que, con un capital de 15.000usd que habían generado sembrando lino en un campo de Lobos, decidieron poner primera con el nombre “Don Mario”.

Chacabuco,
Bs.As., Argentina

¿Por qué Don Mario?

El grupo de amigos que encabezaba Gerardo
tenía el hábito de llamarse entre sí “Mario”.

El nombre, que primero fue una broma y enseguida se instaló como emblema del grupo, se impuso con tanta fuerza que devino un código común entre los futuros socios donmarienses, suprimiendo incluso la vigencia de sus verdaderos nombres. En todos lados, la gente los llamaba “Mario”. El primer campo que compró la empresa fue bautizado “Marito” y el primero auto de Don Mario también fue llamado “Mario”.

“Si hubiese un Don Mario, en realidad sería mi hermano Alejandro, pero significó esencialmente la unidad de todos nosotros”

Gerardo Bartolomé

Innovación desde el minuto 0

Tras varios años ensayando para AACREA, Gerardo Bartolomé y César Belloso habían adquirido un amplio conocimiento del cultivo de soja. Y habían descubierto que, contra todos los pronósticos, había una variedad llamada Mitchell que era de grupo más corto que el que solía sembrarse en la zona y que, sin embargo, tenía un rendimiento mucho mayor al de los otros cultivos.

Por ello, en 1985, Don Mario comenzó a promoverla sistemáticamente. A raíz de esto, Gerardo comenzó a buscar alianzas para realizar desarrollos genéticos, obtener tecnología vegetal y realizar servicios de contraestación en Argentina. De ese modo, Don Mario entró en contacto con Bruce Bailey, quién le envió una variedad denominada CM497, con resultados sorprendentes en Argentina. 

Esa semilla derivaría en la que sería una de las más exitosas de Don Mario: la DM49. En 1989, Don Mario ya había logrado desarrollar su primera semilla… lo que vendría después sería todo crecimiento: expansión, diversificación, internacionalización e incorporación de tecnología avanzada.

En otras palabras, el camino a la confirmación de GDM.

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